Te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es hola y la segunda ¿unos mates?
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios
o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico o entre los adolescentes mientras estudian. Cuando tenes un hijo, le empezás a dar mate cuando lo pide.
Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente,
tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conoces a alguien por primera vez, siempre decís, si querés
venite a casa y tomamos unos mates.
La gente pregunta, cuando no hay confianza: ¿Dulce o amargo?
El otro responde: Como tomes vos.